Yo esta noche he venido aquí a hablaros de esa época en la que tragabas plastina, te llenabas la boca de tierra en cualquier parque y en la que el mostrador de Información del Continente se convertía en el punto de recogida para tus padres cuando te quedabas mirando el pasillo de los juguetes, perdías de vista el carro familiar y la solución era salir haciendo pucheros (reales las primeras veces, falsos cuando te acostumbrabas al abandono familiar en este sentido) al pasillo central. Creerme que una niña de 4 años, con gafas culo garrafa (lo de culo botella era para miopes principiantes, yo veía que ya no) cuyos cristales empañados denotaban que habías llorado era enternecedor y dramático a la vez. En fin, la culpa la tuvo Continente cuando quitó los carritos pequeños con banderita, a mi me dabas uno y por como lo conducía de lado a lado sin rumbo fijo no cabía duda de que era yo, y era fácil localizarme.
Que con esto no quiero decir que mis padres no me prestasen atención, lo que pasa es que yo siempre he sido muy tranquila. Si estábamos fuera de casa, en un bar, y a mi por lo que sea me entraba sueño, con toda la pasmosidad que Dios me dio cogía 5 sillas (3 para tronco, una para los pies, otra para la cabeza) las colocaba en horizontal o vertical (depende del espacio disponible del bar para estas situaciones, en ocasiones había que hacer un estudio de campo para ver que posición era más óptima) y me dormía allí. Y todos se daban cuenta en el momento en que alguien decía "Rosi, tu hija ya ha cogido postura. Era feliz, para qué os voy a engañar.
No me da vergüenza reconocerlo, a mi me dejaron olvidada en un bar mientras dormía entre 5 sillas, cuando le preguntaron a mi madre que si no olvidaba algo dijo muy segura: "no, si llevo el bolso". Os juro que si no hubiera estado durmiendo ajena a todo esto, me levanto y aplaudo.
Son momentos que marcan también, como los defectitos. El Continente fue el principio pero los espacios abiertos siempre fueron un reto para mi. Papá, ahora que tengo 21 años ... ¿en serio crees que tu hija de 5 años, con un tutti fruti de deficiencias visuales tales como miopía, astigmatismo y mi querido estrabismo y con tendencia a perderse incluso en el trayecto pasillo - cocina, va a ser capaz de encontrar esa sombrilla de Coca Cola que por cada 5 familias que hay en una playa 8 son así?. El amor es ciego, la confianza de un padre también y yo pa qué os voy a contar.
El oculista me decía no te quites las gafas nunca, y yo en el Aquapark de Torremolinos por mis santos cristales semi lunas de coche que me tiraba de los toboganes con gafas. Siempre he creído en los limpia parabrisas para cristales de gafas pero nadie ha patentado esta idea, luego llega un señor que le mete un palo a un caramelo y mira que puto genio. Ojo con eso.
Supongo que también será un defectito, pero ... ¿qué es la vida sin esos momentos en los que no sabes a ciencia cierta si por ahí se llega al sitio donde quieres ir? o cuando vas por la calle ensimismada en tus mundos de luz y color que ríete tu de Babia y de repente ves que no, que no querías ir a este bar, que tú ibas a la facultad pero oye, ya que estamos. En fin, que si todos supiéramos donde vamos en esta vida en las playas de España no habría mas de una sombrilla igual. La vida esta para perderse, que no para perdérsela.
_Me levanto y aplaudo. Touché
ResponderEliminar_Parabrisas para gafas. Picatostes picatostes..
Mola.
Pseudomenciones también aquí?. Déjale el "Anónimo" a tu madre ...
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